Estar pendiente de que no se vean tus dientes o del qué pensarán los demás de ellos duele.
Y mucho. Dejas pasar momentos importantes con quienes quieres. Pasas malos ratos cuando te relacionas con los demás. Y todo por estar pendiente de tu boca.
Además, esto va afectando a tu autoestima y confianza en ti mismo. Haciéndote volver inseguro y evitando ser tu mismo.